Todos sabemos que guerra de precios es un concepto que se refiere a una intensa competitividad en cualquier industria, derivada de una serie de reducciones en los precios de los productos, que termina por desgastar a los involucrados, ya que cada nueva ronda de descenso de precios requiere una nueva y mayor reducción de los mismos para seguir en la competencia, lo cual tiene un efecto directo en los márgenes de utilidad.
La guerra de precios que se da en muchas categorías de productos, y quienes están inmersos en esta espiral competitiva, trasladan la presión a sus proveedores, por lo que ya desde hace varios años este desgaste se vive también en la industria de la conversión de etiquetas, tanto a nivel de convertidores como de proveedores.
Estar inmersos en esta guerra de precios significa que todos salen perdiendo algo: márgenes de utilidad, clientes que se van por opciones más bajas a pesar de las reducciones, entre otros.
Ante la exigencia de precios bajos por parte de de un cliente, la solución obvia que muchos buscan es la reducción de los precios en la compra de materias primas, obviando en el proceso de la búsqueda del equilibrio costo-beneficio. Mucho se han han quedado en el esquema de las materias primas como commodities, ya sea por por limitaciones técnicas, o por el desconocimiento de todas las innovaciones y posibilidades que ahora están disponibles en la industria de etiquetas.
Los efectos de esta guerra en las empresas convertidoras no son sólo a corto plazo, sino también a futuro, ya que el sacrificio que realizan en la calidad de las materias primas para la producción de etiquetas, impresos, empaque flexible, etc., puede afectar la relación de negocios con sus clientes en el largo plazo, pues el uso de materias materias primas de inferior calidad incide directamente en los malos resultados obtenidos al final de la cadena.
Una etiqueta que se desprenda del envase, que se deteriore fácilmente en una góndola, por mencionar algunos de los posibles efectos visibles en el impreso entregado, generan una insatisfacción en el cliente que probablemente dejará por fuera al proveedor de etiquetas de mala calidad para futuros pedidos.
Una etiqueta que se desprenda del envase, que se deteriore fácilmente en una góndola, por mencionar algunos de los posibles efectos visibles en el impreso entregado, generan una insatisfacción en el cliente que probablemente dejará por fuera al proveedor de etiquetas de mala calidad para futuros pedidos.
El camino para salirse de esta guerra interminable de precios es agregar valor a las etiquetas
Obviamente no a todas las etiquetas que se fabrican en el Mercado se les puede agregar valor, pero hay un sinnúmero a las cuales si se puede.
Recordemos que el consumidor al estar frente a un anaquel en un supermercado o establecimiento, este toma su decisión final de compra en cuestión de segundos, y esta decisión esta basada principalmente por lo llamativo del empaque del producto.
Los proveedores pueden contribuir a mejorar el impacto de las etiquetas en el anaquel a través de diseños atractivos, de la calidad que se puede lograr a través de tintas especiales, foils tanto metalizados como holográficos, sustratos especiales, y muchos otros procesos que se le pueden incorporar a la etiqueta para agregarle valor.
En la industria farmacéutica entra en juego también el tema de seguridad de las medicinas, relacionada esta con el tema de las falsificaciones. Y en este campo hay mucho que se puede hacer combinando sustratos especiales, troqueles especiales, tintas especiales, y foils holográficos de seguridad, entre otros, los cuales por separado o combinados, pueden agregar valor a la etiqueta y lograr ahorros en muchos casos significativos, para los laboratorios farmacéuticos que están siendo impactados por las falsificaciones. Pero sobre todo, por el bienestar del consumidor, que al comprar un producto etiquetado con una etiqueta de valor puede estar seguro y tranquilo que su salud no esta en riesgo.
Sumado a todo esto, la evaluación y optimización de procesos es muy importante, pues ayudará a evitar una serie de costos internos, muchas veces ocultos, relacionados repeticiones, desperdicios y otras fallas en los procesos, que implican pérdidas y costos innecesarios, que también afectan los márgenes de utilidad. Es decir que la mejora de los procesos y eficiencia es otra manera de ofrecer precios competitivos sin afectar la calidad del producto terminado.
Hay que Salirse de la Guerra de Precios y comenzar a agregar valor a las etiquetas, y por ende al producto etiquetado, pues continuar ofreciendo simples etiquetas tipo commodity sin ningún valor agregado ocasionará seguir inmersos en una competencia interminable de de precios donde ningún convertidor gana en el largo plazo.